En algunos estados de los EE. UU., a las personas con síndrome de Down, autismo, parálisis cerebral y otras afecciones similares se les podría negar el tratamiento médico que les pueda salvar la vida si, a causa de la pandemia de COVID-19, hay escasez de recursos, según la guía que indica los médicos a quién deben dar prioridad para el tratamiento, según Tuscon.com.
El profesor Michael Berube, de Pensilvania, cuyo hijo Jamie, de 28 años, tiene síndrome de Down, dijo: «En dos semanas, cuando los recursos realmente comiencen a escasear, veremos cuántas de estas draconianas medidas se pone en práctica», según recoge Explore Newsner.
En Alabama, las pautas publicadas sobre cómo racionar los respiradores si hay escasez de ellos dicen que «las personas con retraso mental severo, demencia avanzada o lesión cerebral traumática severa pueden ser los últimos candidatos para recibir el apoyo de respiradores».
Según Tuscon.com, tales pautas no se limitan a los estados del sur, ya que a los trabajadores de la salud de Washington y Arizona también se les ha dicho que «asignen recursos a pacientes cuya necesidad es mayor o cuyo pronóstico es más probable que tenga un resultado positivo con resultados limitados recursos». Incluso Utah y Tennesse tienen pautas similares, según USA Today.
Angustiados por estas pautas, los abogados de personas con discapacidad han presentado una queja ante la división de derechos civiles del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU. Quieren aclarar y solicitar que las personas con discapacidad no deben ser discriminadas. Si bien algunas de las políticas aún pueden parecer vagas, se argumenta que una persona sin retraso mental podría ser vista como alguien cuya necesidad es mayor. Sin embargo, las personas con discapacidad podrían estar en mayor riesgo ya que a menudo sufren patologías de salud subyacentes que las hacen más susceptibles al coronavirus, según Tthe Conversation.
Las personas con discapacidad a menudo viven en hogares grupales u otros entornos similares. También tienen más dificultades para seguir los protocolos de higiene que el resto de las personas, como lavarse las manos, usar una máscara, distanciarse socialmente. Un caso que ilustra esta realidad es el de Emily Wallace, de 67 años, quien nació con síndrome de Down y murió recientemente debido a un coronavirus. Vivía en una casa grupal en Georgia.
Los recursos ya escasean en muchos países, y la decisión de a quién dar prioridad es muy difícil. Que Dios ilumine a las personas que tienen que decidir para que no haya muertes innecesarias.