Siempre me ha gustado conocer a personas fascinantes que han tenido vidas extraordinarias, y no se puede negar que la Duquesa de Alba es una de esas personas.
Era la persona con más títulos nobiliarios del mundo, 40 títulos ni más ni menos. En recursos económicos tampoco andaba corta, así como en cirugías plásticas, aunque se empeñasen en negarlo, muchos veían que sus retoques eran bastante obvios.
Pero detrás de toda la cirugía plástica, los miles de millones, los matrimonios y sus romances con hombres más jóvenes, hay una increíble historia de vida.
Un estilo de vida lujoso, cirugías plásticas, matrimonios con hombres mucho más jóvenes y la rebeldía por bandera, esto es lo que muchos asocian con Cayetana Fitz-James, la Duquesa de Alba.
Pero para entender a la aristócrata europea que llegó a ser conocida como una de las royals más fascinantes, debemos empezar por su difícil infancia.
Cayetana, nacida en Madrid en 1926, heredó la mayoría de sus títulos cuando su madre murió trágicamente de tuberculosis en 1934, con sólo 33 años.
Cayetana tenía sólo ocho años cuando su querida madre murió a causa de la enfermedad infecciosa que se había convertido en una epidemia en Europa. Los recuerdos que tenía de su madre eran vagos: siempre en la cama o tumbada en el jardín para tomar el aire.
Infancia turbulenta
A pesar de su estatus real y sus privilegios, la joven duquesa de Alba tuvo una infancia problemática y marcada por la tragedia. Al menos Cayetana tuvo una muy buena relación con su padre, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, XVII duque de Alba.
Sin embargo, su juventud estuvo cargada de turbulencias por las circunstancias de su entorno. Los años 30 fueron una época muy dramática en la historia de España. Su padre tuvo que huir a Francia cuando la Familia Real española se vio obligada a exiliarse en 1931. Ese mismo año se abolió la monarquía en España y se estableció una república democrática.
Cayetana acompañó a su padre a París, pero nunca le gustó la capital francesa. Sufrió un ataque de apendicitis allí y no guardaba buenos recuerdos de sus años en Francia.
Todo mejoró cuando su padre se trasladó a Inglaterra para ser embajador del gobierno español. Cayetana recibió una excelente educación en Londres y aprendió a hablar inglés, francés, alemán e italiano.
También hizo contactos dentro de los círculos más íntimos de la esfera social londinense. Fue en Londres donde Cayetana se hizo amiga de la joven princesa Margarita.
Cayetana descendía directamente del rey inglés Jaime II; eso, por supuesto, le abrió las puertas. En varias ocasiones visitó a su pariente, Sir Winston Churchill. Cayetana tuvo además como compañera de juegos a la hoy reina Inglaterra, Isabel II.
Pero probablemente fue su amistad con la princesa Margarita lo que más importancia tuvo para Cayetana, ambas mujeres serían famosas por su rebeldía y por romper las normas reales.
Pero antes de que Cayetana fuera conocida por sus extraños romances, tuvo un matrimonio estable. A los 21 años se casó con el noble español, Pedro Luis Martínez de Irujo y Artacoz.
Boda de lujo
Su fastuosa boda en 1947 fue noticia en todo el mundo, la prensa internacional la describió como «la boda más cara del mundo». Miles de personas se agolparon en las calles cuando Cayetana llegó en coche de caballos a la poderosa catedral de Sevilla.
Tras la boda, la pareja inició una luna de miel de seis meses. Entre otros lugares, Cayetana visitó Hollywood, donde conoció a muchas celebridades emblemáticas de los años cuarenta, entre otros, a Bing Crosby, Walt Disney, Charlie Chaplin, Marlene Dietrich y una joven Marilyn Monroe.
«No me impresionó mucho», diría más tarde la aristócrata española sobre Marilyn Monroe.
Pero Cayetana adoraba a Marlene Dietrich, que le parecía una «auténtica diosa».
De vuelta a España, Cayetana continuó manteniendo el contacto con celebridades de alto nivel. Fue anfitriona de Audrey Hepburn y también pasó tiempo con Jackie Kennedy cuando esta visitó España.
Cayetana tuvo seis hijos con su primer marido, quien murió repentinamente en 1972, con sólo 53 años. Cayetana se quedó con el corazón roto y vivió sola durante seis años mientras superaba la pérdida.
Se rumoreaba que tras la muerte de su esposo, Cayetana tuvo romances con toreros, escritores y periodistas, pero con quien volvió a encontrar el verdadero amor fue con Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate.
La sociedad española se quedó conmocionada por la historia de amor de la duquesa con un el académico y antiguo sacerdote, Jesús Aguirre. No se le consideraba lo suficientemente noble y, además, era 11 años más joven que Cayetana, ella tenía 52 años entonces y él 44. Se le tachó de cazafortunas, pero Cayetana no escuchó las críticas. De hecho, calificó los años con Jesús como los más felices de su vida.
«Hay gente que no me va a perdonar que me haya casado con un hombre inteligente. Somos muy felices juntos, no necesitamos a nadie más», dijo Cayetana a People en 1979.
Tras su matrimonio, Cayetana siguió haciendo frecuentes apariciones públicas. La mediática duquesa se negaba a sentarse en su glamuroso palacio de Sevilla, y se dejaba ver a menudo en eventos y revistas.
Su pelo gris y rizado, sus coloridos vestidos de diseño y su ropa hippie-bohemia, tan alejados de los protocoles de la realeza, llamaban la atención por todo el mundo.
Desgraciadamente, la Duquesa volvería a experimentar el dolor de perder a su compañero de vida cuando su segundo esposo falleció en 2001. Cayetana se quedó sola y desolada, y muchos pensaron que viviría como viuda el resto de su vida.
Pero Cayetana tenía otros planes. Pronto encontró a un hombre que se convertiría en su esposo más polémico.
Cuando Cayetana se casó con el funcionario Alfonso Díez Carabantes, la gente se escandalizó una vez más. Los hijos de Cayetana no se lo podían creer e instaron a su madre a cambiar de opinión.
«No sé por qué mis hijos están causando tantos problemas. No hacemos daño a nadie. Alfonso no quiere nada, ha renunciado a todo. No quiere nada más que a mí», dijo Cayetana.
Alfonso era 25 años más joven que Cayetana, lo que llevó al entonces rey de España, Juan Carlos I, a llamarle abiertamente cazafortunas. Es excepcionalmente inusual que un rey hable públicamente de este tipo de cosas, pero dice mucho sobre la polémica que desató este matrimonio.
Entonces, la Casa de Alba emitió un comunicado en 2008 en el que decía que la relación «se basaba en una larga amistad y no hay planes de matrimonio».
Pero esto fue sólo una forma de ganar algo de tiempo. Al final, hubo boda.
Pero antes, Cayetana se aseguró de prometer a sus hijos la herencia que les correspondía, una gran fortuna, que incluía buenos palacios en España y valiosos cuadros de algunos de los pintores más famosos del mundo.
Alfonso también tuvo que prometer que no reclamaría nada de la fortuna de la duquesa. En octubre de 2011, las campanas volvieron a sonar en Sevilla cuando Cayetana y Alfonso se casaron en el Palacio de las Dueñas. La ceremonia fue relativamente pequeña, pero cientos de curiosos esperaban fuera.
Como era de esperar, la Duquesa quiso no defraudar a las masas y se marcó unos rápidos pasos de baile flamenco ante los vítores del público.
Según fuentes cercanas, el matrimonio fue feliz. Naturalmente, a Cayetana le costó seguir el ritmo, ya que tenía 85 años cuando se casó con Alfonso. Sólo tres años después de la boda, Cayetana falleció. Murió el 19 de noviembre de 2014, a los 88 años.
Más de mil personas acudieron a expresar sus condolencias cuando el cuerpo de Cayetana fue velado en el Ayuntamiento de Sevilla.
Según el Libro Guinness de los Récords, Cayetana era la aristócrata con más títulos del mundo cuando falleció a causa de una neumonía, con más de 40 títulos heredados.
Cirugía estética
En uno de los primeros retratos públicos de la Duquesa, vemos a una joven segura de sí misma, sentada con un aura de perfección. Rezuma realeza y tiene una belleza natural envidiable.
No es de extrañar que la gente se fijara en ella, y no cabe duda de que Cayetana era muy hermosa cuando era joven. Pero como todo el mundo, una dama noble también envejece.
Había cierta dignidad en envejecer con su pelo plateado, pero Cayetana optó por pasar por el bisturí en un intento de mantener su juventud.
Su afición a la cirugía plástica sólo la haría más famosa, y la Duquesa se tensó la cara para ocultar las arrugas. El Daily Mail la describió como un «pequinés con bótox» y la destacó como un ejemplo extremo de lo que puede salir mal en el mundo de la cirugía plástica.
La singular aristócrata negó haber recurrido a la cirugía para mantenerse joven, e ignoró las habladurías sobre su inusual aspecto.
Sin embargo, la mayoría de la gente está de acuerdo en que recurrió a la cirugía plástica durante muchos años.
Como dijo un amigo a The Daily Mail: «Está claro que lo llevó demasiado lejos».
Según el periódico británico, Cayetana se rellenó los labios y las mejillas, se quitó las arrugas y se levantó la frente.
Patrimonio
Según los medios de comunicación españoles, la Duquesa de Alba tenía una fortuna estimada entre 600 y 3.500 millones de euros. Como cabeza de una de las familias aristocráticas más antiguas de España, controlaba una fortuna colosal y poseía varios palacios por toda España.
Su propiedad más famosa fue el Palacio de Liria de Madrid, construido hacia 1770. En este palacio neoclásico nació Cayetana y se cree que alberga 249 óleos de artistas como Rembrandt y Rubens.
Pero a pesar de su gigantesca fortuna, la Duquesa insiste en que no era especialmente rica.
«Tengo muchas obras de arte, pero no me las puedo comer, ¿verdad?», dijo.
Independientemente de lo que se piense de su característico aspecto, de sus jóvenes cónyuges y de su estilo de vida rebelde, la historia de Cayetana es sin duda fascinante, y es evidente que su vida dejó huella y siempre será recordada.