La Navidad es un momento para que las familias se reúnan y disfruten en alegría y felicidad. Es un momento para que los niños se pierdan en la magia de Santa Claus y los regalos y todo lo que hace que esta temporada de vacaciones sea simplemente la más maravillosa de todas.
Lamentablemente, la enfermedad y la mala suerte nunca ofrecen concesiones o descansos.
Esto es algo que una familia descubrió para su tristeza, cuando a su hijo de cuatro años le diagnosticaron retinoblastoma justo antes de Navidad
Noah Blanks tenía solo cuatro años cuando su padre, Ollie, notó algo extraño en uno de sus ojos. Después de buscar en Google algunas posibles razones, se encontró con el retinoblastoma, una forma de cáncer.
La madre de Noah y compañera de Ollie, Laila Gaudry, tomó algunas fotos del niño, y se horrorizaron cuando vieron que su ojo emitía un reflejo blanco.
La familia decidió llevar a Noah a realizar un examen médico. Lamentablemente, los médicos confirmaron sus peores temores: su hijo tenía cáncer.
Rápidamente decidieron que el niño de cuatro años debía someterse a un ciclo de quimioterapia, lo que hizo sin quejarse en el transcurso de varios meses.
Los médicos advirtieron a los padres que Noah podría requerir enucleación (extirpación del ojo) si el tumor crecía o su situación se complicaba. Este era el peor de los escenarios, pero era una posibilidad que tenían que tener en cuenta.
Laila explicó: «El camino siempre iba a ser difícil, pero la vida le planteó algunos desafíos adicionales ya desde el principio: tuvo una reacción alérgica al medicamento y desarrolló fiebre.
«Pero con el tiempo hubo menos complicaciones y el tumor respondió mejor»
Un segundo golpe
Se acercaba la Navidad y las cosas parecían ir relativamente bien. La quimioterapia de Noah estaba llegando a su fin.
Entonces, el desastre golpeó de nuevo a la familia. Los médicos llamaron a Ollie y Laila unos días antes de Navidad. Estos les dijeron que el tumor de Noah había crecido sustancialmente. La enucleación era la decisión más acertada.
«Después de todo lo que Noah había pasado, no podía creerlo. Lo que debía ser una buena noticia antes de Navidad se había convertido en una pesadilla», explicó Laila.
«Tenía una ira y un dolor en mi interior ya que nuestro pequeño niño había luchado tan duro. Pero también quería que el cáncer desapareciera y sabía que una vez que le quitaran el ojo ya no podría lastimarlo».
Deseando que el niño pudiera disfrutar de unas navidades mágicas, se esperó hasta el 26 de diciembre para contarle a Noah la noticia. Este se lo tomó con valentía y al día siguiente estaba en la mesa de operaciones.
«A Noah le pusieron su prótesis temporal cuatro semanas después y realmente me sorprendió lo bien que se veía y lo bien que se las arregló. En su primer chequeo después de la cirugía parece que todo estaba bien», dijo Laila.
Noah tiene ahora seis años y está muy bien. Su hermano mayor, Jake, es muy solidario y los dos niños son inseparables: auténticos amigos.
«Me siento aliviada al decidir operar a Noah en vez de seguir con el tratamiento. Fue la decisión más correcta para nuestra familia.
Con la Navidad acercándose de nuevo, la organización benéfica Ray of Sunshine se puso en contacto con la familia de Noah y se ofreció a llevarlos a Laponia.
Laila nos dice: «Todavía no le hemos contado a Noah nada ya que queremos sorprenderlo. La vida es ahora mucho mejor y espero que nuestra historia pueda ayudar a otras familias a saber que realmente hay luz al final del túnel».
¡Qué niño tan valiente es Noah! Tener que luchar contra el cáncer a una edad tan joven es una carga impensable, pero este campeón no ha dejado que ello lo deprima.
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