Trabajar en un restaurante no es fácil. Recuerdo las mesas repletas de clientes cuando tenía apenas 20 años. El trabajo físico realmente pasó factura a mi cuerpo. Las horas eran largas y había que ir a toda prisa, muy estresante. Me gustaba trabajar, pero lo que ganaba a penas me daba para sobrevivir.
Mucha gente ha pasado por ese periodo en la vida y se ha visto obligada a hacer estos trabajos. Una de estas personas es Cayla Chandara, quien vive en Hawaii.
Cayla se mudó de California a Wakiki, en Hawaii, para terminar sus estudios. Tristemente tuvo que abandonar su sueño de terminar la escuela. Como ves, Cayla tiene una deuda de estudios que pagar y no podía permitirse estudiar a tiempo completo. Tuvo que poner en pausa sus sueños.
La joven decidió tomarse tiempo y tener dos empleos como camarera. De ese modo ahorrar lo suficiente para ir a la escuela en un futuro. Sabía que iba a ser duro pero estaba decidida.
Una noche, ella estaba sirviendo a un grupo muy amistoso de visita desde Australia. Según CBS News, el grupo estaba compuesto por dos grandes amigas de toda la vida y su hija de 10 años. Empezaron a hablar y de algún modo terminaron comentando la vida de Cayla. Ella les explicó su historia y sus aspiraciones. Vio que estas clientas eran muy amistosas y educadas al mostrar interés en su vida, pero no pensó más en ello.
Estaba a punto de limpiar la mesa y recoger la factura cuando, de repente, no podía creer lo que veían sus ojos. Habían dejado una propina de 400 dólares, el doble del costo total de su factura. ¡Eso sí es generosidad! De seguro Cayla dejó impresionadas a estas clientas.
«Me quedé sin palabras y todo lo que quería hacer es abrazarles», dijo Cayla CBS News.
Cayla estaba muy agradecida, sentía que debía agradecer a estas extrañas de alguna forma lo que habían hecho. Recordó el hotel donde se estaban quedando y decidió ir allí a darles las gracias después del trabajo la siguiente noche.
«Realmente quería darles las gracias, envié una carta diciendo lo mucho que esto significaba para mí».
Después de esto pensó que nunca iba a ver a estos amigables australianos de nuevo, pero le deparaba una sorpresa.
A la noche siguiente, la mujer y su pequeña se presentaron en el restaurante. Querían dejar otra propina, esta vez de 10.000 dólares para ayudarle a pagar su deuda e invertir en sus estudios universitarios. Creo que la palabra generosidad en este caso se queda corta.
«Al principio les dije que no podía aceptar esa oferta, pero insistieron en que sería estupendo para ellas hacerlo por mí, me dijeron que la mejor forma de agradecérselo era que soñara a llo grande y luchara por mis objetivos», contó a CBS News.
Ahora espera volver a la escuela en otoño para estudiar empresariales.
«Realmente me cambiaron la vida, no sólo financieramente, sino por el modo en que veo las cosas. Son las personas más bellas y de buen corazón que he conocido y las admiro, no puedo esperar a que me vean graduarme», dice Kayla, añadiendo, «siempre se auténtico, te lo devolverán. Las cosas buenas suceden».
La historia de Cayla es prueba de que hay personas buenas y generosas en el mundo. ¡Por favor, considera compartir esto si te conmovió tanto como a nosotros!