Tina Traster y su esposo habían soñado siempre con tener hijos.
Pero no fue tan fácil como creían, después de tratar muchos años al fin pudieron adoptar una niña.
Julia, su hija, vivía en un orfanato de Siberia, en Rusia, y llegó a su nueva familia cuando tenía apenas 8 meses.
Pero todo iba a tomar un giro inesperado cuando Tina vio que algo iba mal.
Muchos quizá piensan que adoptar es algo fácil, un proceso feliz que termina con un niño que consigue un nuevo hogar.
Pero la realidad puede ser muy diferente. Tina y Rick adoptaron a Julia en un orfanato de Rusia en el año de 2003. Los dos tenían 40 años.
Tina y Rick esperaban que la niña pronto comenzase a quererlos.
Pero pronto se dieron cuenta de que algo no iba bien. Julia no mostraba sentimientos de ningún tipo.
Nunca miraba a su madre a los ojos, no quería dejar a Tina que la tomase en sus brazos, y se mostraba triste, apática.
Tina estaba destrozada. No sabía que hacer. Ella pensaba que era una mala madre porque su propia hija la rechazaba una y otra vez.
”Yo caí en una depresión, pensaba que había cometido un terrible error. Quizá no debía ser madre», escribe Tina en su blog.
Tina luchaba y hacía de todo para que su hija mejorara, pero no pasaba nada. El tiempo fue pasando y Julia empezó la guardería, pero eso fue muy problemático.
Cuando Tina iba a recoger a la niña a la escuela, veía que Julia siempre estaba sola. A veces incluso debajo de un escritorio.
Tina tenía el corazón roto y sentía que tenía que contárselo a alguien. Necesitaba ayuda
Decidió por fin ir al pediatra para hablarle del comportamiento de su hija. Y ahí fue cuando escuchó por primera vez hablar del transtorno reactivo de vinculación.
Julia tenían sítomas que muchos niños abandonados en orfanatos, cuando aún son muy pequeños, suelen presentar.
Es una condición poco habitual pero grave, que impide a los bebés y niños pequeños construir lazos emocionales saludables con sus padres.
Julia esquivaba a su madre porque estaba traumatizada y no había recibido de sus padres biológicos los cuidados necesarios.
Pero Tina y su marido, Rick, decidieron que no querían darse por vencidos con su hija Ellos iban a luchar para que la hija estuviera bien. Estaban dispuestos a todo para entender el diagnóstico y entender a Julia.
Trabajaban todos los días para ayudar a Julia a recuperar sus emociones y su confianza en los adultos.
El pronóstico para los niños con transtorno reactivo de vinculación es bueno si el niño recibe tratamiento lo antes posible.
Poco a poco, Tina y Rick consiguieron que su hija mejorase, un viaje del que Tina habla en su libro Rescue Julia Twice (Rescatar a Julia dos veces).
”Ella me ha permitido que sea su madre. Y es un honor haberme ganado su confianza, porque yo sé que ella lucha cada día con sus demonios», escribe Tina en su libro.
Julia vive ahora, en muchos sentidos, como otros muchos niños. Le encantan los animales, toca el violín, y su película favorita es Pinocho.
La familia está muy, muy orgullosa de su hija, y ahora por fin siente la seguridad y confianza que todos los niños del mundo se merecen.
”Su lucha es una inspiración y siempre lo va a ser», cuenta Tina.
La historia de Julia y su familia me ha llegado al corazón. Compártela si piensas que todos los niños se merecen ser amados, independientemente de las situaciones que han vivido y las consecuencias que esto haya tenido en ellos. COMPARTE para que los padres que estén en un proceso de adopción comprendan lo que esto implica y se preparen para dar todo su amor y comprensión a unos niños que, por pequeños que sean, han vivido cosas muy duras. ¡Todo nuestro amor a estos niños y a todos los niños del mundo!