La cachorra estuvo encerrda sufriendo toda la infancia. Hasta que una persona abrió la puerta y le dio una segunda oportunidad.

La cachorra Ebba y sus hermanos vivían con su mamá encerradas en un cuarto donde vadeaban en sus propios excrementos. Sus patitas estaban quemadas por toda la orina que había en el piso. La salvación fue que alguien reaccionó.

Muchas veces vemos imágenes de animales que han sido maltratados. Crían a perros en ambientes horribles y luego los venden a ambientes peores. Ebba y su familia crecieron en uno de esos ambientes. Cuando la organización sueca Hundstallet y la policía encontró a estos perros en este cuarto.

Foto: Hundstallet.

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Ebba y sus hermanos fueron transportados al centro de animales Hundstallet. Trataron de que alguien adoptara a Ebba pero nunca funcionó, ya que ella no estaba acostumbrada a estar sola. Después de unos meses Ebba llegó donde otra familia. Habían pensado que se iba a quedar ahí por dos semanas.
“Cuando cerramos la puerta de la jaula Ebba nos nos mira con sus ojitos”, cuenta la familia que iba a cuidara a Ebba.
El tiempo fue pasando y Ebba se fue sintiendo mejor y mejor con la familia.
“Ebba es com un saco de cemento, en cuatro patas. Es fuerte, rápida y muy, muy querida. Cuando no juega en la nieve le encanta su cobija en la esquina del sofá. Le gusta esto en combinación con que la soben en el estómago. Ebba nos ha abierto los corazones. Ebba se va a quedar con nosotros. Así pueden resultar las cosas…”

Aquí está Ebba en su nueva casa:

Foto: Hundstallet.

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Foto: Hundstallet.

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