El hystrix (un tipo de puercoespín) llamada Spikey pudo haberse enfrentado un destino trágico cuando cayó en una trampa de un agricultor de patatas en Hoedspruit, en Sudáfrica.
El agricultor había visto que alguien estaba comiéndose su cultivo y armó una trampa para capturar al animal culpable, pero lo que no se esperaba es que fuera un hystrix. Spikey sólo era una cría, así que el campesino comprendió que tenía que hacer algo.
Pero en vez de sacrificar a Spikey, contactó con el refugio para animales salvajes Daktari Bush School and Wildlife Orphanage y preguntó si podrían cuidar de él.
Daktari se encarga de animales heridos y sin hogar en Sudáfrica, también educan a niños en la zona sobre cómo cuidar de los animales y del medio ambiente.
Ian y Michele Merrifield trabajan en Daktari y se ofrecieron para adoptar al pequeño Spikey.
Ian y Michele jamás habían cuidado de un hystrix antes, así que comenzaron a leer para saber lo que el pequeño Spikey necesitaba para estar bien.
Lo alimentaron con un tetero al principio, pero no tardó mucho en poder alimentarse con comida verdadera, ¡y fue impresionante cuánto le gustaba la comida!
Rápidamente, Spikey se hizo popular entre los niños de la escuela, la mayoría del tiempo estaba comiendo o durmiendo, pero también jugaba con sus nuevos amigos.
A Spikey le encantaba el contacto físico y recibir cariño, igual que un perro, le gustaba mucho que le rascasen detrás de las orejas.
El tiempo pasó y Spikey creció, vivió un año en la escuela antes de que Ian y Michele al final decidieran que era hora de dejarlo en libertad, estaba listo.
Lo soltaron pero le siguieron dando comida, Spikey iba y llegaba un poco como quería y parecía sobrevivir sin problema.
Pero luego un día sucedió algo, después de no haber vuelto en mucho tiempo, de repente Spikey apareció – con una sorpresa.
Spikey resultó ser una hembra – y con ella llevaba dos crías.
Ian, Michele y los otros alumnos se pusieron eufóricos, pensaba que Spikey era macho, no habían esperado ver unas crías.
Sus crías se sentían un poco nerviosas en la compañía de los humanos, no tenían la experiencia de Spikey. Ian cree que Spikey se sentía orgullosa y que quería mostrar a sus crías a su familia adoptiva.
«Es maravilloso ver a Spikey vivir la vida completamente en la naturaleza y libre, y que tenga su propia familia, me siento como un padre orgulloso » dice Ian a The Dodo.
¡Qué historia tan bonita! Me alegra que Spikey pudiese crecer con una familia adoptiva tan buena! ¡Ahora le deseamos buena suerte con su propia familia!
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