Cuando Chris Taylor salió con su perro labrador retriever para pasar el día en la playa, a principios de mes, pensaba que iba a ser un día normal de playa.
Al perro de Chris, llamado O.G., le encantaba el agua y muchas veces habían salido los dos a disfrutar del mar.
Nada hizo pensar a Chris que esa día sería el último que pasaría con O.G.
Chris era un estudiantes de la Universidad de South Florida, en formación para su licenciatura en educación, cuando conoció al perro que sería su mejor amigo.
O.G. era solo un cachorro cuando Chris lo adoptó, incapaz de resistir su naturaleza juguetona.
Chris recuerda que O.G. se ganó su afecto de una forma muy especial. «Él siempre quería hacer lo que yo hacía. Es muy familiar. Siempre alegre de verme en cuanto yo aparecía por la puerta», cuenta el joven a WFLA.
Aunque había muchas cosas de las que O.G. disfrutaba, no había nada que le hiciera mover la cola con tanto entusiasmo como el agua. Cuando era un cachorro, esperaba con impaciencia a que Chris volviera de la universidad para ir a la playa, y así fue hasta los siete años.
El lunes 9 de julio, Chris y su amigo de cuatro patas salieron dispuestos a pasar el día en el mar. Pero poco después el comportamiento del perro comenzó a preocupar a Chris.
Empezó con un malestar de estómago, que desembocó en diarrea y vómitos. Al día siguiente, Chris intentó que O. G. recuperase su energía preparándolo pollo y arroz, pero esto no lo animó mucho.
El miércoles, O. G. seguía estando mal. Tenía la mirada perdida al infinito, no quería ni comer ni beber agua y no respondía cuando Chris lo llamaba.
Chris llevó rápidamente a O. G. al veterinario, pero el agua salada había ya envenenado su cuerpo.
Ingerir mucha agua salada puede causar, paradójicamente, deshidratación severa, y esto puede provocar un daño cerebral irreparable. Incluso la muerte.
Chris quiera ahora enviar un mensaje a todos los dueños de perro, para que se aseguren de que sus perros no tragan mucha agua salada cuando están en la playa.
De hecho, según per Shareably, veterinarios como Kelly Meyer, de Tampa Bay Emergency Vet, sugieren no tener más de dos horas a los perros en la playa, y asegurarse de que beben agua fresca cada 30 minutos.
Lo único bueno que puede salir de esta trágica historia es que más personas sepan de los peligros escondidos en el agua del mar para los perros. ¡Yo lo tendré muy en cuenta la próxima vez que vaya a la playa con mi perro!
Por favor, COMPARTE el importantísimo mensaje de Chris para que esta tragedia no se vuelva a repetir.