Un hombre trabajaba en su garaje cuando escucha gritos de mujer. Trata de ir a socorrerla lo más rápidamente posible en su silla de ruedas y, una vez en la casa, se encuentra con una situación de vida o muerte...
Bob Butler perdió sus piernas en 1965, tras la explosión de una mina antipersonal en Vietnam. Regresó a casa como héroe de guerra. Veinte años después, demostró una vez más que el heroismo lo lleva en el corazón.
Butler estaba trabajando en su garaje en una pequeña localidad de Arizona, Estados Unidos, en un caluroso día de verano cuando, escuchó los gritos de una mujer en una casa cercana. Fue hacia la casa en su silla de ruedas, pero los densos arbustos no le permitieron llegar hasta la puerta trasera. Así que el veterano se bajó de la silla y se arrastró sobre la suciedad y los arbustos.
“Tenía que llegar ahí”, dice. “No importaba cuánto doliera”.
Cuando Butler llegó a la casa siguió los gritos hasta la piscina y una niña de tres años estaba en el fondo. Ella había nacido sin brazos y se había caído al agua, no podía nadar. Su madre estaba parada gritando desesperadamente. Butler se sumergió hasta el fondo del agua y sacó a la pequeña Stephanie. Su cara estaba azul, no tenía pulso y no respiraba.
Butler inmediatamente le realizó maniobras de reanimación para revivirla, mientras la madre de Stephanie llamaba a los bomberos. Le dijeron que los paramédicos estaban atendiendo otra emergencia. Desesperanzada lloraba y se abrazaba al hombro de Butler.
Butler siguió con sus maniobras de reanimación, calmadamente dijo a la madre: “No te preocupes. Yo fui sus brazos para salir de la piscina. Estará bien. Ahora soy sus pulmones. Juntos podemos hacerlo”.
Segundos después la pequeña tosió, volvió a estar consciente y empezó a llorar. Mientras se abrazaban y se alegraban juntos, la madre le preguntó a Butler cómo sabía que todo iría bien.
“Cuando perdí mis piernas durante la guerra, estaba solo en el campo de batalla”, le dijo. “Nadie estaba ahí excepto una pequeña niña vietnamita. Mientras ella luchaba por llevarme a su poblado me decía en su inglés roto: “Está bien, tu puedes vivir. Yo ser tus piernas. Juntos podemos hacerlo”.
“Esta era mi oportunidad”, le dijo a la mamá de Stephanie, “de devolver el favor”.
Yo no sé bien si esta historia ha ocurrido en la vida real pero si mensaje me llegó al corazón y siento que la quería compartir con ustedes. Ojalá les haya gustado a ustedes también.
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